IntroDucción

Una revolución es un hecho fascinante. Quien vive la experiencia de una revolución no habla de otra cosa, quienes las estudian o las miran en retrospectiva no pueden sustraerse a esa mezcla de entusiasmo y horror que las caracterizan. Las revoluciones trastocan drásticamente la vida de los pueblos que las sufren y alteran la realidad y la vida cotidiana de las personas. Suscitan pasiones y sacan a la superficie las tensiones, los rencores, los conflictos lentamente acumulados. Son explosiones en las que aparecen, como en una erupción volcánica, lo peor y lo mejor de los individuos y las colectividades.

Para ser llamado revolución, un movimiento social debe transformar las estructuras políticas de un Estado. Para ser una revolución social, necesita además transformar también las estructuras económicas y sociales del Estado. Además, las revoluciones transforman las actitudes de las personas, su forma de entender el mundo y de situarse en él.

Pedro Salmerón

Historiador

En este sitio revisitaremos la historia de la Revolución Mexicana, para entenderla más plenamente.

Línea de tiempo de la

Revolución Mexicana

1892
1892
1900
1901
1902

Mayo de 1892

Los hermanos Ricardo y Jesús Flores Magón participan en protestas estudiantiles de la Ciudad de México en contra de la tercera reelección de Porfirio Díaz.

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Cien preguntas con respuestas sobre

la revolución Mexicana

¿Qué fue la Revolución Mexicana?

La Revolución Mexicana fue un movimiento social de enorme magnitud, del que resultó la Constitución de 1917, y la construcción del Estado mexicano moderno. No es exagerado, por lo tanto, definirla como el hecho fundador y definidor del México contemporáneo. Este movimiento tuvo su antecedente inmediato en la lucha de amplios sectores del pueblo mexicano contra el gobierno del general Porfirio Díaz, que a lo largo de más de tres décadas en el poder había devenido en dictadura, bajo la cual se había dado un innegable crecimiento económico, aunque a costa del aniquilamiento de las libertades públicas, del crecimiento de los abismos sociales y los niveles de pobreza y basado en la creación de un régimen de privilegio para algunos sectores de la sociedad.

Lo que inició como un movimiento político para restaurar el espíritu de la Constitución Liberal de 1857, devino rápidamente en una gigantesca movilización de masas, que exigían la solución de las profundas injusticias sociales y el reparo de los agravios que les habían causado durante décadas el gobierno y los poderosos.
Iniciada el 20 de noviembre de 1910, la revolución política culminó el 13 de agosto de 1914, cuando formalmente desaparecieron las instituciones políticas y de gobierno construidas por el régimen de Díaz. Inició entonces una guerra civil entre aquellos que deseaban limitar la revolución a la construcción de un nuevo orden político, y quienes querían hacer de ella una revolución social, es decir, quienes exigían transformaciones rápidas y fundamentales de la situación de una sociedad y de sus estructuras económicas. Aunque en la violenta guerra civil resultó vencedor el primer bando, no lo hizo sin incorporar parte del programa social de los vencidos, al que tuvo que darle un lugar muy importante en su proyecto, plasmado en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, promulgada el 5 de febrero de 1917. La resistencia armada de los vencidos se prolongó tres años más, hasta que, finalmente, entre mayo y diciembre de 1920 se pudieron alcanzar los acuerdos fundamentales para recuperar la paz e iniciar la reconstrucción nacional.
Los historiadores aún discuten si la Revolución Mexicana fue un momento de ruptura y recomienzo respecto a la etapa anterior, o si transformó las estructuras sociales o el funcionamiento del Estado; pero parece haber un consenso sobre un tema: sin duda, cambió la relación de los individuos con la sociedad y la manera de entenderla y ubicarse en ella. Después de haber participado o sido testigos de una revolución, los mexicanos se descubrieron como tales, apreciaron a su país y consideraron que las decisiones fundamentales de la vida nacional eran asuntos que les concernían.

¿Contra qué se hizo la revolución?

Inicialmente contra el porfiriato, que es el nombre que damos al régimen de Porfirio Díaz, iniciado en 1877 y terminado en mayo de 1911. En general nos referimos al porfiriato como una dictadura, aunque en estricto sentido la definición correcta de su régimen sería “autoritario”. En efecto, el general Porfirio Díaz era un partidario extremoso del principio de autoridad, y buena parte del funcionamiento del régimen descansaba en ese principio y en la capacidad de Díaz para aplicarlo. Esto se debía, en buena medida, a que en 1877 la nación estaba harta de dirimir sus conflictos mediante las armas, y anhelaba la paz y el orden que Díaz prometía.

El porfiriato fue el primer gobierno en México con una estrategia dirigida a lograr el desarrollo económico y superar el atraso. El rasgo característico del porfiriato es una filosofía política en la que priva como meta principal, acaso única, el crecimiento económico, con las dos fallas que trae aparejadas un pensamiento así: por una parte, el descuido o sacrificio de las libertades públicas, lo que acaba por producir descontento, irritación y, finalmente, rebeldía; y por otra, la desigual repartición de la riqueza creada por el progreso económico.

De 1877 a 1910 se avanza en materia económica de un modo tangible, espectacular incluso: la población se duplicó, se rompió el secular aislamiento de México y se combatió la dureza de su geografía, se abrieron minas y campos agrícolas, se fortaleció la industria textil y nació la siderúrgica, se fundaron escuelas y fábricas; pero des de 1900 —o un par de años antes— comenzó a abrirse paso la idea de que la libertad no puede ni debe sacrificarse en aras del desarrollo económico, idea que cobró fuerza a partir de 1908, cuando se abrió la sucesión presidencial de 1910. Abonó este descontento el camino elegido por el régimen para este desarrollo económico, consistente en el fortalecimiento de la clase dominante, cuyo sector hegemónico era el de los terratenientes; y en la apertura del país a la inversión extranjera.

Los grandes hacendados y los operadores de las empresas transnacionales, junto con una clase política que compartía negocios e intereses con aquellos, se convirtieron en el sustento de la dictadura, y poco a poco los trabajadores fueron borrados como sujetos políticos de un sistema cuyo fin, cada vez más explícito, era la política del privilegio. El porfiriato fue, pues, un régimen de privilegio cuyas injusticias y contradicciones se fueron haciendo cada vez más palpables.

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Snacks de los momentos clave de la

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Carlos Velv

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Interpreta a Yves Limantour

Gabriel Gastélum

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Los Rostros de la Revolución

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